jueves, 20 de enero de 2011

Finalizando enero

Pasar navidad y año nuevo en Granada fue muy bueno. A pesar de que también le huía a la nieve y al frío de Reims, tengo que decir que mi escapada fue casi en vano. Granada al estar cerca de una sierra nevada no deja de ser tremendamente fría en invierno y más en temporada navideña. El viento se encarga de transportarle gratuitamente el gélido aliento de la nieve de la sierra. La humedad se siente por todos lados y pareciera que algunas casas no estuviesen preparadas para afrontar éstas condiciones climáticas. Fuimos a casa de Iliana, la amiga mexicana del máster con Boris, el otro colombiano aceptado en la nueva generación del máster. Un piso algo viejo, con profundas señales de agotamiento tanto por la humedad que dejaba pasar del piso superior como por su pobre sistema de calefacción. Había que encender una especie de cocineta móvil la cual funcionaba a gas el cual al agotarse obligaba a comprar una nueva pipeta; ya ni recuerdo cuánto costaba. A veces parecía que llovía más adentro que afuera, tanto así que nos sorprendimos varias veces con el llanto del techo y las paredes, sobretodo en el baño. Dormíamos los tres en una misma habitación al  abrigo de una calefacción eléctrica que nos dejaba al otro día con la garganta lastimada por la resequedad. Las únicas maneras de paliar el frío fue metiendo tequila y cerveza, ayudados también de música y baile.
Regreso nuevamente a Francia el 3 de enero. Las prácticas en los liceos o colegios franceses me esperan además de un trabajo especial que debemos adelantar con los otros compañeros del máster, el cual consiste en ayudar en la logística de un acto acrobático con estudiantes del liceo Clémenceau. Mis prácticas se han venido llevando a cabo en los liceos M. Chagall y Clémenceau. Esto me ha permitido interactuar un poco más con la gente remois (gentilicio para las personas de Reims). A pesar de la fama que les rodea de ser personas frías y cerradas al trato, he comprobado que simplemente hay que saberles llegar. Si se le pone un poco de pimienta latina a las conversaciones y a los primeros contactos, es gente que se abre, y así no se crea, es gente que comienza a reír y a bromear sin prevención alguna. La Mme Proviseur o directora del liceo Chagall, me sorprendió con su amabilidad no sin antes dejarme saber que para todo existe un protocolo, debí contactarme con ella a través del email oficial del liceo, que mi director se comunicara con ella para luego recibir un mensaje solicitándome por escrito una carta formal con la descripción general de mi investigación así como el período de tiempo necesario y las actividades a llevar a cabo durante mi estadía, luego volver a esperar y al fin comunicarme a través de mi director de proyecto (él, también francés) que debía asistir a una entrevista con ella antes de dar su aprobación final. El día de dicha entrevista, como es normal casi en todos lados, debí esperar en la sala adjunta a su oficina, su secretaria me informó que en cualquier momento ella me atendería. Cuando la secretaria me la anunció me levanté de mi silla y me dirigí a la puerta que me daba acceso a su oficina pero la secre muy respetuosamente me detuvo y dijo que debía esperar en mi sitio, que ella, la directora del establecimiento, iba a salir hasta donde yo me encontraba. Sorprendido vi salir a una mujer menuda, de mediana estatura, muy sonriente, expresando mucha simpatía y yendo hasta donde yo estaba ubicado en la sala de espera e invitándome a seguirla hasta su oficina, es decir, hasta el lugar por donde ella acababa de salir. Luego de hablar sobre mi proyecto con ella me llevó a conocer algunas de las instalaciones más importantes del liceo y me presentó al señor documentalista, que en locombia no es nada más ni nada menos que el bibliotecario, y descubro que a las bibliotecas dentro de los liceos las llaman el CDI (Centro de Documentación e Información). Un hombre muy amable que se convirtió en mi tutor dentro del colegio o liceo mientras hacía mis prácticas y quien me informó de muchas cosas durante mi período de estadía, como por ejemplo que los aspirantes a documentalistas en los liceos deben hacer carrera para ello y presentarse a concurso como cualquier docente que aspira a ocupar vacante estatal. 

Por el lado del liceo Clémenceau, también di con la fortuna de entrar en contacto con la oficina de la vida escolar, en francés bureau de la vie scolaire, que en términos locombianos sería algo así como la coordinación de convivencia escolar, antigua coordinación de disciplina o prefectura escolar. La persona encargada, una francesa, no remoise, de gran calidad humana. El primer día que la conocí en su oficina me ayudó inmediatamente a seleccionar a los estudiantes que harían parte de las entrevistas así como a fijar horarios y fechas. También me colaboró contactando a los profesores que amablemente aceptaron fueran observados en clase y entrevistados luego. Siempre que iba a su oficina me recibía amablemente, me preguntaba por mi país y me invitaba a una tasa de café, que en locombia llamaríamos tintico. Por boca de ella supe que la tempestad de nieve que había caído en Reims durante la segunda semana de diciembre, no se  había presentado desde 1987, esa tarde terminaba de salir de su oficina cuando la nieve empezó a caer, como era una de mis primeras veces viendo nieve caer no tenía referencia alguna de su inusitada intensidad, así que llegué a casa, encendí mi calefacción manual de 7€, me puse pantaloneta, me quité zapatos y medias y sin camisa observé muy tropicalmente a través de la ventana cómo la nieve caía sobre Reims con unos copos que ahora considero eran demasiado grandes. 

Para esa época de frío insoportable, al entrar a la panadería o a cualquier lugar, acostumbraba a decir en francés Il fait trop chaud, en español hace demasiado calor; quien me atendía sorprendido me miraba y siempre terminaba entendiendo la broma y respondiendo de igual manera pues al escuchar en acento extranjero una aseveración tan disparatada entendían el juego de la broma y entre risa y jolgorio festejaban la tortura que yo estaba viviendo pues al interesarse por mi país de procedencia y constatar de la inexistencia de la nieve me entendían y se vanagloriaban de su resistencia física ante el declive del termómetro. 

Quise mandarme a cortar el poco mechero que me corona. Como la palabra cabello, dependiendo de su pronunciación puede confundirse con la palabra caballo en francés, intenté decirle al señor que me atendió je veux me couper la tête avec vous, el tipo soltó la risa y su semblante pasó de la rigidez a la tropicalidad mamagallística pues en castizo español le dije que quería cortarme la cabeza con él. Mientras me cortaba el mechero se interesó por saber cuál era mi país de origen y lo que yo hacía en Reims de una manera totalmente distensionada que alejaba la idea inicial que todo remois por naturaleza es frío y huraño, aunque infortunadamente las excepciones se han visto, sobretodo en el campo universitario donde una mínima parte (1-2) son renuentes a entender que como extranjeros la tenemos difícil para pronunciar perfectamente algunos sonidos franceses y recurren a su atávica egolatría gala para no solo mofarse sino demostrar superioridad y exclusión.

Enero comienza a quedarse sin pies, nuevamente es tiempo de retornar a Oporto para volver a beber cerveza negra Super Bock y obviamente mejorar mis opciones alimenticias, pues aquí en Francia además de ser cara la comida también es totalmente ajena a mis gustos. Cómo extraño la yuca, la papa, la carne oreada, el mute, la pepitoria y el cabro santanderano..... Nooooooo...... 

Estoy terminando de escribir esto mientras espero en una sala del CDI del liceo Clémenceau a dos estudiantes que por la hora considero ya no llegarán. Si bien los franceses son conocidos junto a los alemanes por su puntualidad, tengo que decir que también hay excepciones a esta regla.

1 comentario:

Oscar Delgado dijo...

Que buen texto Pacho...bastante descriptivo...muy buena prosa parcero.Un Abrazo...aquí lo estamos esperando con carne asada y yuca del restaurante de quebrada seca...jejejeje