jueves, 7 de octubre de 2010

Seminario de integración en Graná


Granada es una ciudad andaluza maravillosa. Su arquitectura, una mezcla árabe, musulmán y europea; la amabilidad de sus gentes -con contadas excepciones-, la mítica cultura gitana envolviendo miradores y calles entre paisajes sonoros que seducen al sin límite; el rasgado de sus guitarras y voces, la mágica sensualidad de las mujeres gitanas entregadas al aplaudir maravilloso de sus pies; piernas, brazos y senos sudorosos interpretando el compás flamenco de las notas altas entre palmoteos que dejan entrever rostros bravíos de pasión desenfrenada. Así se siente, así se le desea, mujer bravía, mujer gitana de garbo altivo y cejas abundantes. Algo me dice que entre arteria y vena hay componentes de su hemoglobina recorriéndome.

El Albaicín es uno de sus barrios más representativos de visita obligatoria, así como el Mirador de San Nicolás y la desentronable Alhambra, una construcción que bien sabe combinar los paisajes naturales, sus preciosos elementos y el moldear humano que en sus paredes ha dejado grabado la plasticidad de sus santas letanías.


No sobra recordar que Granada es cuna del poeta Federico García Lorca, cuya historia aún conmueve y da para hablar, descendientes de familiares directos aún viven en ésta bella ciudad andaluza. Sin restarle méritos a su trabajo dramaturgo debo decir que la calidad de su poesía no está al nivel de su popularidad. Creo que su muerte ocasionada por su condición de homosexual declarado en época de Franco le ha dado tiquete de inmortalidad sin acuse de altas calidades literarias.

Ir a Granada sin hacer un recorrido de tapas es algo que no se puede perdonar. Con un simple y devaluado euro pides una bebida: una caña (cerveza) o un tinto de verano que viene acompañado con un plato pequeño de comida, el tipo de comida depende del lugar y la hora. Con mi amigo Boris, aceptado como nuevo estudiante de cuarta generación del máster, oriundo de Cartagena de Indias, nos dimos a la sagrada tarea de ir descubriendo Granada a tiro de tapas, es decir, a golpe de cervezas, aprovechando el sol y la temperatura que nos recordaba a nuestra locombia.

Uno de los lugares que más frecuentamos fue El Salsero Mayor, una discoteca de música latina en general. La primer noche hicimos una visita esporádica. Luego regresamos dos días después con una botella de vino. Estando adentro, bailando y tomando de la botella que acabábamos de entrar fuimos sorprendidos sigilosamente por la mujer que atendía el lugar. Percibí que desde hacía rato se había dado cuenta. Cuando menos lo esperaba vimos que se acercaba a nosotros. Con tono suave y formas agradables me llamó la atención, dijo es ilógico que piensen entrar a éste establecimiento público con una botella traída de afuera, no está bien eso, Uds saben que está mal y que deben consumir lo que adentro vendemos. Le respondí mira, lo que más me gusta es tu manera al hacer un llamado de atención, discúlpanos, hicimos mal. Salimos y terminamos la botella de vino fuera del establecimiento. Camino a casa pensaba cómo resarcir lo hecho, ya tenía una idea. 

Luego de las actividades programadas y de tanta intervención de compañer@s persiguiendo notoriedad en búsqueda de representaciones que les permitan la perfecta zambullida “profesional”, vamos a una emplazada detrás del Hotel La Corrala, administrado al parecer por la Universidad de Graná, pedimos más cerveza y luego salimos rumbo a El Salsero Mayor. Cuando llegamos me acerco a la barra, hablo con la mujer, le pido disculpas y le digo mira, he venido con otros compañeros y buscando resarcirme contigo vamos a consumir hasta que nos saques de aquí. Me pregunta de dónde soy, le digo locombiano e inmediatamente lo único que suena es Joe Arroyo, Grupo Niche, Guayacán y hasta Diomedes Díaz. Tan generosa nos invita a todos mis compañeros a un “chupito”, me muestra y me sorprende con Ron Viejo de Caldas. Debo decir que además de española, es una simpática mujer que baila muy bien, no le gustan tantas vueltas sino el bailar de los latinos de la cintura para abajo, me ha dicho.

El último día del seminario, después de tanta sustentación, hemos terminado nuevamente en El Salsero Mayor. Ha sido la mejor de las noches. Lleno total y con música azotabaldosa, como nos gusta. Nada parecido ese sitio con El Cuba de Reims. Los franceses creen bailar salsa, pero ni siquiera sienten la música al bailar, prueba de eso es lo que ellos llaman salsa, lo que bailan creyendo bailar salsa. Eso merece otro capítulo aparte, o mejor, otro post.

1 comentario:

Oscar Delgado dijo...

Nada...personaje...solo faltó que atacara spidermonkey para completar la faena....jejejejeje