viernes, 22 de abril de 2011

Cruzando el charco

Voy a comenzar hablando de lo difícil que es escribir sobre temas que son fáciles de hablar, así no se tenga la razón y la cabeza no colabore y los chantajes del señor tiempo abunden por éstas alturas. Mientras tanto la tuna de la Faculdade de Letras de la Universidade do Porto se cuela por la ventana con sus castañuela, tamboras y voces apanderetadas, en complicidad calurosa con la primavera que viene navegando río adentro por el Duoro, agachada mientras cruza bajo el Puente da Arrábida y el escándalo de las gaviotas le cede el paso a los bostezos del océano nocturno. Casi dos años fuera del país. Montón de cosas nuevas que jamás imaginé existieran. Un tiovivo de emociones. Expectativas cumplidas, otras no tanto.  Reviso mi cuenta del facebook y entre chismes, fotos sugestivas y un video de Ismael Serrano releo lo escrito por Glorita. Se siente bien tener de vez en cuando mensajes del otro lado del charco, sobre todo cuando en tierra extranjera eres tú y tu computador enfrentados contra el mundo, entre libros y anotaciones, entre hojas sueltas y enlatados, escuchando el consejo de la noche, aferrado al flotador de tus convicciones mientras otro día monta vuelo y tres líneas escritas son el resultado de una jornada «productiva».

Pensar que las noticias colombianas atraviesan el océano al ritmo que se suceden es un error. Aquí solamente se sabe de Colombia cuando se han descubierto cargamentos de coca con locombianos implicados, o cuando la guerrilla secuestra extranjeros, o cuando la selección de fútbol gana copas de mundo. Durante el año que viví en Francia, la televisión de ese país mostró como mucho dos minutos de noticias que tenían que ver con Colombia. Mientras El Espectador y El Tiempo mostraban en primera plana, y a grandes titulares, la visita de Santos a Sarkozy, en los noticieros y principales periódicos franceses el tema fue inexistente.

Respecto a lo que sentimos estando fuera, no exageraría al escribir que cualquier locombiano en tierra extranjera, cuando participa de charlas con gente de otros países y se hace inventario de lo que cada quien tiene, hace acopio de lo que antes le resultaba desdeñable. Como por ejemplo el vallenato, género musical nuestro, autóctono, con el cual identificarnos.

Las diferencias de nuestros sistemas educativos son sustanciales, aunque para mí existan semejanzas sospechosas que no detallaré. En Francia, estuve viviendo en Reims, una ciudad con mucha historia, cuna del famoso pedagogo Juan Bautista de la Salle. Como parte de mi práctica de investigación tuve la oportunidad de frecuentar dos liceos. El Marc Chagall y el Clemenceau, liceos públicos con unas instalaciones sobrecogedoras. Dotados de diversos gimnasios y residencias estudiantiles, para alumnas y alumnos procedentes de otras ciudades de la misma región. Región famosa por la champaña. Allí fue inventada. Su producción es de reconocimiento internacional. Por eso el nombre Champagne-Ardenne. Interesante saber que la región Champagne-Ardenne provee de becas de manutención a estudiantes, éstas incluyen una subvención para textos escolares.

Las salas de profesores de ambos liceos están dotadas con modernas salas de computadores, donde los escáner e impresoras son utilizados sin ningún reparo monetario. Disponen de dos y hasta de tres fotocopiadoras para que cada docente haga uso de ellas sin pagar un solo céntimo de euro. También disponen de máquinas de café, cada tinto cuesta 40 céntimos de euro, es decir, algo más de mil pesos locombianos; nada que ver con el tintico gratis que Arledys prepara y sirve con una sonrisa fresca.

Los CDI (Centros de Documentación e Información), biblioteca escolar para nosotros, están dotados de gran variedad de material bibliográfico y fílmico; revistas, periódicos, etc.; dispuestos al servicio de los estudiantes; de igual manera recursos informáticos que incluyen internet con acceso gratuito y la posibilidad de utilizar dispositivos como impresoras y fotocopiadoras también gratuitamente. Cada aula está dotada con video beam, proyectores y demás recursos tecnológicos y didácticos.

Los estudiantes no están obligados a portar uniforme en ningún grado de la educación básica ni secundaria. Las alumnas pueden ir maquilladas como quieran, los estudiantes pueden llevar el cabello como mejor les parezca. Los símbolos religiosos dentro de cualquier institución educativa están prohibidos, así como sus expresiones litúrgicas. Francia es un Estado laico, al igual que el colombiano, con la diferencia que el nuestro lo es solo en el papel. Aunque el estado francés dispone de muchos recursos para estudiantes, también es uno de los más exigentes en materia de exámenes, de evaluaciones. Desde los nueve y diez años de edad niñas y niños deben presentar pruebas nacionales muy exigentes que marcan su futuro, pues su carrera profesional depende del registro académico obtenido desde la primaria hasta el baccalauréat o bachillerato. El título que da el baccalauréat, al finalizar el liceo, solo puede ser otorgado a quienes hayan presentado y aprobado una prueba nacional, no sin antes haber presentado y aprobado otra prueba, también nacional, llamada el Brevet, que se lleva a cabo finalizando el ciclo básico, es decir, al final de lo que para nosotros sería el grado octavo-noveno.

En resumen, podría decir que el sistema escolar francés es uno de los más exigentes con sus alumnos en términos de exámenes nacionales. A pesar de ello, Francia no mejora el rendimiento de sus estudiantes en pruebas internacionales como PISA, a la cual Colombia se ha presentado en las dos últimas ediciones con resultados, para muchos, preocupantes.

Ahora que debo terminar mis estudios aquí en Oporto, empiezo a enterarme de cómo funciona el sistema escolar portugués. Lo cual podré contar a mi regreso. Solo me resta decir que gracias a esta experiencia he podido corroborar la gran cantidad de gente valiosa en Latinoamérica, sus calidades y capacidades excepcionales. Además, tanto eurocentrismo y anglocentrismo no son tan recomendables para la cabeza y el corazón, como muchos creen.